En el Romanticismo nos encontramos algunas actitudes artísticas ante la obsesión tanto por la dominación como por la sumisión femenina. El erotismo sirvió para identificar a la mujer con la naturaleza e imaginar la feminidad en sus facetas instintivas, enigmáticas, sexuales y destructivas. A partir de aquí el erotismo es el modo vital que tiene la muerte de presentarse y destruir la energía del varón. John Henry Fussli, pintor suizo nacionalizado inglés, retrata sus pesadillas, miedos y frustraciones; por lo que se considera un arte extremo en todos los sentidos. En su obra La pesadilla se observa una mujer sumisa, dejada a sus pasiones, su cuerpo femenino está bien contorneado, debajo de un fino vestido; además, se observan elementos que no se encuentran en otros periodos: un duende o diablo (mitología celta), un caballo con expresión humanizada.
La derivación de la imaginería de una feminidad seductora y devoradora elaborada por los pintores simbolistas hacia una ideología que identificó el cuerpo de la mujer con la naturaleza biológica, parte de una reacción contra el feminismo. Los modestos progresos logrados en Francia en la enseñanza y el empleo a finales del siglo XIX, provocaron una intensa retroacción antifeminista, que culminó en la batalla por el control de la natalidad. El clamor fue recogido por algunos artistas como los simbolistas creando una imagen estereotipada de la mujer y cuya fascinación y miedo giró en torno a la "mujer fatal"o la "mujer frágil" asociada con la debilidad y la inocencia.
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