Se denomina Arte Paleocristiano al desarrollado en las primeras comunidades cristianas de los siglos II y III, hasta la caída del Imperio Romano de Occidente. Las principales manifestaciones de este arte van a ser dos: la arquitectura eclesiástica y la pintura monumental que se va a plasmar a través de los mosaicos. Es muy factible que los artistas cristianos primitivos estuvieran más influenciados por las técnicas pictóricas orientales que por la cultura helenística.
La principal misión del arte de aquellos primeros años del cristianismo radicaba en hacer destacar la misión divina de Jesús, no su personalidad ni sus experiencias humanas. Las primeras representaciones del arte paleocristiano en su mayoría son pinturas monocromáticas realizadas con las técnicas del fresco, sobre un fondo blanco; son figuras estáticas, planas, sin paisaje.
La imagen mostrada es una ilustración de un momento crucial del Antiguo Testamento. El cuerpo de Eva es plano, a pesar de que está desnudo no muestra lo genitales y sus senos no están marcados (no hay simbolismo de fecundidad o abundancia alimentaria, no existe la Gran Diosa); su silueta es natural en proporciones reales. Su rostro no está definido, pues se trata de la representación de un concepto no de una individualidad como tal, ni de perfección o de belleza estilizada. Los elementos naturales que aparecen es por ser indispensables para contar la historia, no tanto porque haya intensión de dibujar un paisaje. En general las figuras humanas representadas son símbolos cristianos, no personas ricas ni famosas que deseaban un retrato como en la cultura romana.
Debido al cristianismo emergente en occidente, los temas del arte fueron puramente religiosos como se ha mencionado, es por eso que la figura femenina se limita a las madonas, a Eva o a mujeres involucradas dentro de pasajes bíblicos; la mujer no tiene rol o actividad relevante en este periodo de la historia. El cuerpo humano es muy importante ya que el mensaje divino se adquiere a través de él; pero el arte no realiza estudios anatómicos ni copias fieles de la realidad, sólo conceptos e ideas.
El Arte Bizantino no busca acentuar las características fisonómicas, si no plasmar la figura humana con hieratismo y solemnidad. La estética religiosa espiritualista bizantina encontró en la pintura y en el mosaico su mayor campo de expresión, centrándose en el primer caso en los iconos o representaciones de Cristo, de la Virgen, de los Santos y de los temas bíblicos, rechazando cualquier referencia al mundo sensible. Se debía captar el prototipo de la divinidad o la santidad; el artista utiliza un colorido diferente al de la realidad para aislar a la imagen del mundo; los personajes religiosos son representados inmóviles porque la verdad teológica es invariable; las figuras aparecen con proporciones deformadas, estilizadas y antinaturales, con el objeto de desmaterializarlas; incluso los elementos de la naturaleza, los pliegues de los ropajes, los objetos no sirven para situar la escena o añadir un efecto cotidianizador, sino que son reducidos a formas geométricas y estereotipadas.
La figura de la Virgen fue sometida a una clasificación según el mensaje simbólico que se pretendiera: como trono de Dios, como símbolo de maternidad, como Madre de Dios, señalando al niño como camino de salvación, jugando con el niño o amamantándolo. En la siguiente imagen se muestra una figura femenina de pie, con los brazos extendidos recordando a la Virgen orante de las catacumbas, pero se distingue de ella porque lleva fijado sobre el pecho un medallón con la imagen de Cristo Emmanuel. Los cuatro círculos y los brazos de María componen un triángulo invertido (símbolo de feminidad). La segunda pintura es una virgen que muestra el camino; se encuentra de pie, lleva sobre el brazo derecho al Niño bendecidor; su rostro es serio, su ropaje conservador porque cubre todo e cuerpo y no se observa relevancia en el peinado.
Esta por demás decir que no hay representaciones de cuerpos desnudos (no se muestra piel más allá de lo necesario); las siluetas femeninas no están estilizadas, no se indican rasgos sexuales ni se observa sensualidad en los dibujos. Como se mencionó, estás imágenes son planas y a pesar del detalle de la túnica este no nos indica movimiento o dinamismo alguno; las aureolas son importantes para denotar divinidad y comienzan a aparecer los ángeles.
El arte denominado Románico es el periodo que comprende toda la producción artística de Europa Occidental durante los siglos XI y XII. Durante este periodo y hasta el siglo XV, el régimen feudal es la organización social, política y económica de la Europa occidental. El feudalismo rompe la unidad, acarreando un fraccionamiento territorial y político y la existencia de numerosas costumbres y leyes de ascendencia germánica. Por primera vez desde la antigüedad aparece la escultura como elemento arquitectónico monumental. Paredes, cielos rasos, portales, columnas y capiteles no fueron simples elementos esculturales mudos; fueron los sitios en donde las imágenes talladas comunicaban su mensaje y tenían un significado. La escultura se caracteriza por una verdadera obsesión escatológica y la sociedad recibe el mensaje divino por medio de la figura humana, que ocupará un papel importante. Ésta aparece esquematizada, espiritualizada, envuelta en ropajes de pliegues simétricos y paralelos.
Evangelario de Oton II
Como se aprecia en las siguientes representaciones, la Virgen está sentada, de frente, con el Niño igualmente de frente y sentado sobre sus piernas en actitud de bendecir (a veces tiene un libro o el mundo en la otra mano). La Virgen más que la madre es el trono del Salvador y no existe comunicación expresiva entre madre e hijo. La pintura es plana, no se observa profundidad (obsérvese los pies de los Reyes Magos que parecen flotar, la columna central que está y no está en el fondo). Está claro que el desnudo se olvida y los cuerpos están cubiertos con mantos largos y pliegues rígidos que otorgan el volumen a las figuras junto con el juego de luces y sombras. La escultura claramente nos indica la expresión fría, fuerte y seria de los personajes; no hay contacto expresivo entre ellos. También se observan túnicas y pliegues rígidos. Ambas representaciones presentan el mismo simbolismo y espiritualidad, se podría decir que los gestos son ritualizados. Ninguna exagera o indica siquiera los rasgos sexuales de la figura femenina ni los estándares anteriores de belleza.
Orcival: La Iglesia de Notre Dame
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