Mujer en el Arte
Mujer en el Arte Elektro
Si Dios Fuera Mujer
Mujer en el Arte
Mujer en el Arte Elektro
Si Dios Fuera Mujer
Actualmente la mujer occidental se desempeña en mucho ámbitos de la vida social, cultural y laboral del mundo; no por esto deja de ser víctima de discriminación y violencia a pesar de que esxisten muchas organizaciones ciudadanas para impedirlo. Nuevas tendencias artísticas surgen donde la agresión física (secuestros, violaciones, torturas) en contra de la mujer son la principal atracción.
En conclusión los estereotipos femeninos han evolucionado, su cuerpo es sumamente delgado (tanto que dar a luz sería imposible), se espera tenga grandes senos y glúteos (aún cuando naturalmente es casi imposible). Afortunadamente, en la actualidad, se ha adquerido una conciencia de que la verdadera feminidad, la cual no radica en asumir roles puramente masculinos, sino en saber expresar y entender como mujer atributos socialmente encasillados en el mundo masculino. Es un conocimiento profundo que supone un giro radical en su situación y en todos los aspectos de su vida, educación, trabajo, familia o relaciones personales con su entorno.
Allen Jones
Desnudo bajo escalera no. 2
Escargot, femme, fleure, étoile
El Expresionismo Abstracto es un movimiento que nace en Estados Unidos hacia 1947, fecha en la que la mayor parte de los artistas más importantes de esta corriente se apartan del lenguaje figurativo y crean un nuevo estilo en donde se fusionan abstracción y surrealismo. De éste, toman el automatismo, además de experimentar con nuevas técnicas practican un arte marcadamente individualizado en el que prima la expresión de la personalidad del artista. La época de mayor auge de este movimiento coincide con el momento en que el arte americano logra alcanzar su propia identidad y desvincularse de la influencia del arte europeo. En el expresionismo abstracto se pueden distinguir dos grandes vías: la gestual o pintura de acción y la pintura de superficie-color.
Mujer-Luna
Las mujeres que pintan De Kooning son diosas negras, Venus cruzadas con carteles publicitarios, "ídolos contemporáneos y banales". Pintadas a contracorriente, cuando todos en América estaban en la abstracción, el artista se propone acabar con los tópicos tradicionales sobre y el arte y la belleza. De ese cuadro, escribió: "hizo algo por mí: eliminó la composición, el orden, las relaciones, la luz, toda esa charla absurda sobre la línea, el color y la forma...".
Fue en 1910 cuando se promulgó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Sin embargo, la mayoría de las galerías de arte norteamericanas o exponían obras realizadas por mujeres; ya que eran asociadas con un estilo blando propio del mundo doméstico que habitaban. El arte connotado como femenino era despreciado sin paliativos. El lenguaje de la abstracción se ha identificado con las intenciones de la modernidad, pero los años cincuenta y sesenta del siglo XX vieron nacer otros lenguajes en los que el machismo tuvo su campo de operaciones.
Germaine Richier
La representación de los sueños dio oportunidad al artista de plasmar todo tipo de fantasias, en especial aquellas donde se ejercía la violencia sexual. Un buen ejemplo es la violentación del cuerpo femenino a manos del hombre con cabeza de falo.
La escena doméstica y el cuerpo desnudo de la víctima, aluden claramente a un crimen en el que el componente sexual es fundamental. Contrasta con el desorden del cuerpo femenino violentado, con los miembros del mismo en distintas posiciones, la rectitud y verticalidad fálicas del victimario.
La situación de la mujer ha cambiado muchísimo en las últimas décadas, especialmente aquéllas que no viven en la miseria ni en sociedades autoritarias. Las mujeres han protagonizado durante el siglo XX una revolución tanto o más importante que la tecnológica, con trascendencia en cualquier ámbito público y privado. Muchas mujeres se han “liberado” de la procreación forzosa y pueden elegir “desde su libertad personal” una ocupación o actividad profesional frente a la ocupación tradicional de madre y ama de casa. Se han independizado de la tutela masculina y cada vez ocupan lugares de mayor importancia en las instancias de poder, a pesar de que todavía tienen que soportar discriminaciones sociales, educativas y económicas.
La representación de mujers fuertes se había centrado en las féminas castradoras de forma muy frecuente en el arte y la literatura; la proliferación de imágenes de personajes bíblicos y procedentes de la mitología clásica o de anónimas femmes fatales ninfómanas empedernidas o esperpentos diabólicos, era una estrategia de autodefensa ante la sexualidad y la pujanza femeninas presentadas injustamente como homicidas.
A groso modo, la mujer pasaba de ser madre y ama de casa a puta y asesina.
Esta imagen de Henri Matisse llama nuestra atención debido al contraste de los colores, pero analizando un poco la figura femenina del cuadro observamos una mujer, damos por hecho que es una mujer debido al vientre abultado y los senos dibujados, y los aretes que cuelgan de sus orejas. Su rostro pensativo no nos dice si sufre, ríe; simplemente contempla el espacio. La figura humana aquí dibujada no es realista, no se apega a los cánones de belleza grecorromana, no es para nada una fiel copia anatómica del ser humano. El cuadro, además, está decorado con una alfombra, un tapiz floral en las paredes, una planta, entre otras cosas.
El Cubismo fue un movimiento artístico desarrollado entre 1907 y 1914, nacido en Francia. Trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, representando todas las partes de un objeto en un mismo plano. Es considerada la primera vanguardia ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva. A través de la obra cubista se ve cómo implica la figura femenina dentro del diálogo del deseo. Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso elimina todo lo sublime de la tradición rompiendo con el Realismo, los cánones de profundidad espacial y el ideal existente hasta entonces del cuerpo femenino, reducida toda la obra a un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial, en el que las formas están marcadas por líneas claro-oscuras; además, muestra influencias africanas. Como se observa a simple vista, la anatomía femenina dista de ser natural o posible; aún así, se observan siluetas delgadas (caderas anchas, cintura pequeña), presencia de los senos y en algunas figuras el pubis. Nuevamente, más que rendir culto a la fecundidad de la mujer, se explota su sexualidad, su deseo y placer (su salvajismo haciendo alusión a las máscaras africanas); deseos poco femeninos.
Emmeline Pankhurst siendo arrestada
El beso de Klimt es un cuadro que refleja el abrazo amoroso; la doncella parece una muñeca, un ser sin vida, es un abrazo en el que el principio masculino y femenino se funden, pero dicha fusión entraña la destrucción del otro. Es un abrazo desesperado en el que se manifiesta lo inamovible, la falta de esperanza ante la pérdida de una relación amorosa. Antes que amantes, más bien parecen un par de mantis religiosas cada una intentando devorar a la otra. Recordemos que la mujer pasiva o cautiva era, en el proceso de ser reemplazada en el arte europeo por su arquetipo rival; la mujer dominante, la mujer que todo lo devora y que el sadismo del romanticismo se convierte aquí en masoquismo. El tema de la pareja a menudo es usado por los artistas expresionistas, ya hemos visto como el sexo puede ser considerado como algo análogo al arte; una primitiva efusión de energía.
La imagen de la mujer en el siglo XIX y su representación son un tanto contradictorias con la realidad. Si bien durante parte de esta época, España está gobernada por mujeres, esto no se refleja en cambios en la vida cotidiana, ni tampoco en su integración en la vida, pública, salvo casos aislados. Las publicaciones de la época sirven como pretexto para jugar con los prototipos femeninos de moda. La moda se convierte en dogma y las mujeres son incitadas continuamente a preocuparse de su apariencia física. En este sentido se publica en 1840 el Manual para las señoras, de madame Cernalt, y en 1846 se publica, en La Elegancia, el resumen de una obra francesa, Reflexiones sobre la coquetería, traducido por Micaela Silva. El costumbrismo tradicional y etnográfico tiene un gran desarrollo durante el siglo XIX. La razón de su aparición se encuentra en los cambios sociales burgueses, en los que se produce un deseo de revivificación de un pasado tradicional.
Los artístas neoimpresionistas utilizaron la figura femenina para superar la pérdida de forma y volumen al que estaban abocados los impresionistas, más preocupados por la luz y la atmósfera. Paul Cezanne en Mujer desnuda en un sofá, pinta una mujer que goza de total volumetría, resaltando su delicado cuerpo tendido sobre un diván, recibiendo un potente foco de luz que crea arbitrarias sombras. Esta referencia al volumen se ve aumentada por la presencia de las frutas en la zona izquierda de la composición, utilizando el color como vehículo para alcanzar la forma, tanto en la figura femenina como en las peras. No en vano, el propio artista afirmaba que "la forma alcanza sólo su plenitud cuando el color posee su mayor riqueza".
Suele decirse que el Postimpresionismo no es propiamente un estilo artístico con unos rasgos técnicos más o menos definidos y fácilmente identificables. Se trata más bien de un término un tanto impreciso que sirve para designar a un grupo de artistas que lo único que comparten es una relación un tanto ambigua con el Impresionismo. Como cronista de la vida nocturna de París, Toulouse-Lautrec no pasa por alto la homosexualidad femenina tan habitual entre las prostitutas y las mujeres del espectáculo. El cuadro Las dos amigas ilustra dos modelos ahora más jóvenes y delgadas; la muchacha de segundo término lleva una camisa de aspecto masculino mientras que la de primer plano lleva el vestido rojo bajado, apreciándose sus medias negras. Lautrec capta perfectamente la intimidad de sus figuras, empleando para ello un perfecto dibujo con unas líneas muy marcadas y un colorido vivo y alegre, aplicado con rapidez. Podríamos hablar de influencias de grabados eróticos japoneses y de cierta relación con la pintura de Degas.
El arte comienza a derivar hacia un camino político, serán autores de militancia política concreta e incluso activa, lo que trasladan a su pintura como mecanismo de denuncia. Los pintores están más preocupados por la iconografía que por la técnica, pues siguen usando los mismos instrumentos que en el pasado, no innovan. Las espigadoras de Jean Francoise Mollet, representa la pobreza de unas mujeres campesinas inclinadas en el campo para recoger las sobras de los campos cosechados. Recoger lo que ha sido dejado después de la cosecha era visto como uno de los trabajos más denigrantes de la sociedad (existe la misma idea dentro de pasajes bíblicos). Aún así, Millet describe a las mujeres de forma heroica, de forma tal que son lo principal en la pintura. El cuadro no muestra mujeres de belleza idealizada, en actividades de ocioso o reposo, con ropajes elegantes y finos; no muestra paisajes épicos, luchas mitológicas o eventualidades naturales asombrosas. Es un campo común y corriente.
La Lavandera de Honoré Daumier retrata una mujer trabajadora y a la vez madre; de ella desprende el sufrimiento del trabajo agotador que las clases humildes desempeñan. Nuevamente se aprecia un cuerpo femenino robusto, fuerte, el reflejo de una heroína monumento a la honradez (según la ideología del socialismo); no hay rastros de feminidad idealizada. No se ve a una mujer gozando de los placeres de la vida, o desempeñando un trabajo que le cause dolor; no hay aristocracia ni en su entorno ni en su forma de vida.
En el Romanticismo nos encontramos algunas actitudes artísticas ante la obsesión tanto por la dominación como por la sumisión femenina. El erotismo sirvió para identificar a la mujer con la naturaleza e imaginar la feminidad en sus facetas instintivas, enigmáticas, sexuales y destructivas. A partir de aquí el erotismo es el modo vital que tiene la muerte de presentarse y destruir la energía del varón. John Henry Fussli, pintor suizo nacionalizado inglés, retrata sus pesadillas, miedos y frustraciones; por lo que se considera un arte extremo en todos los sentidos. En su obra La pesadilla se observa una mujer sumisa, dejada a sus pasiones, su cuerpo femenino está bien contorneado, debajo de un fino vestido; además, se observan elementos que no se encuentran en otros periodos: un duende o diablo (mitología celta), un caballo con expresión humanizada.
La derivación de la imaginería de una feminidad seductora y devoradora elaborada por los pintores simbolistas hacia una ideología que identificó el cuerpo de la mujer con la naturaleza biológica, parte de una reacción contra el feminismo. Los modestos progresos logrados en Francia en la enseñanza y el empleo a finales del siglo XIX, provocaron una intensa retroacción antifeminista, que culminó en la batalla por el control de la natalidad. El clamor fue recogido por algunos artistas como los simbolistas creando una imagen estereotipada de la mujer y cuya fascinación y miedo giró en torno a la "mujer fatal"o la "mujer frágil" asociada con la debilidad y la inocencia.
Los teóricos de estética de la época sostenían que el medio más apropiado para representar la figura humana era la escultura. La estatua desnuda en mármol era una expresión escultural del alma humana por su calma, permanencia y uniformidad de tono se consideraba un modelo especial mente idóneo para expresar los valores espirituales y materiales. Los artistas neoclásicos ignoraban o no comprendían totalmente la turbulencia y el conflicto expresados en los mitos griegos. En un primer momento lo femenino y sentimental se consideraba propio del Antiguo Régimen y se reprimía en aras del nuevo ideal; se hablaba de greco-femenina y romano-masculino.
Madame Recamier de José Chinard es una obra maestra del Neoclásico a lo que retrato se refiere. En esta escultura se observan características grecorromanas tales como el peinado, el giro del rostro, la fina tela que recubre los senos de la mujer. Lo que hace diferente a esta pieza es la expresión en el rostro del personaje, más que una cara de autoridad, es una cara de belleza idealizada que refleja dulzura, sensualidad, inocencia; sentimientos que no se ven en una matrona romana que suele ser retratada con el rostro levantando y la mirada fija en el espectador.
Este cuadro renacentista de Miguel Angel nos presenta una mezcla de elementos artísticos. El vestido de la mujer es romano pero lleva una capa que sale de lo tradicional; su manera de sujetarse el cabello no es grecoromana, es más cristiana (por así decirlo). Sus brazos están contorneados, aunque el resto de su cuerpo se esconde debajo del ropaje (no se marcan sus senos), así mismo los personajes desnudos del fondo presentan una anatomía estudiada. Este cuadro tiene profundidad y diferentes planos entre los personajes, así como manejos de las sombras. Además, maneja elemntos arquitectónicos. Se puede ver como la figura femenina tiene un pergamino en su mano, algo llama su atención según indica su mirada. Su pose no parece provocativa.
La pintura Manierista tiene sus bases en la obra de Rafael y de Miguel Angel, quienes transmitieron el manejo del color y la línea dinámica. Después de 1533, la pintura deriva hacia un estilo cortesano, donde lo artístico se convierte en ornamentación o artificio, y la forma no constituye parte de la estructura de la obra, si no aparece superpuesta como revestimiento o decoración externa. Es claro que el cuerpo femenino ha tenido una evolución a través de la historia humana y del arte. Su adoración pasó de rito religioso a exaltación puramente de la belleza. Su cuerpo pasó de ser un símbolo teológico a un ideal armónico de sensualidad. Así mismo su rol dentro de la sociedad ha evolucionado y seguirá haciéndolo a través de los posteriores movimientos artísticos; pasará de simple musa a creadora de arte.
La Venus de Urbino de Tiziano retrata una joven consciente y orgullosa de su belleza y su desnudez, no existe ningún elemento que provoque la sensación de un distanciamiento "divino". Ella mira de un modo dulce, cómplice y decidido al que la observa mientras su mano izquierda se apoya sobre el pubis. Las flores resaltan el aura de erotismo ya reforzada por la luz casi dorada que ilumina al cuerpo. El color claro y cálido de cuerpo produce una impresión de sensual indolencia, realzada en el contraste con el oscuro del fondo y el colchón. La fuga de perspectiva se dirige hacia la derecha y está acentuada por las criadas figuradas totalmente vestidas y con tonos fríos que aportan una cuota de realismo, la presencia de la columna y el árbol en el punto de fuga, y los sucesivos planos iluminados y sombreados que se resaltan en las baldosas. Tiziano innova al exponer la voluptuosidad merced al tratamiento resuelto del desnudo y a la gran pureza formal del conjunto.